Por Oscar Díaz Salazar
Por las redes sociales del presidente municipal de Victoria, Lalo Gattás, me entero que acepta, reconoce y presume, que es un trepador, un escalador, senderista o practicante de la disciplina deportiva que tanto gusta al gobernador del Estado.
Llevo tiempo observando el Facebook (y tweeter) del edil capitalino, y es la primera vez que veo un comunicado (post) en el que se reseñen los incidentes de una jornada dedicada a esto de subir lomas y montañas.
La repentina conversión del alcalde Gattás en fan del senderismo, más que a inspiración divina, suena a camuflaje, a imitación, a la aplicación del no tan sutil (en el caso de Gattás) arte de la adulación.
Se sabe que el presidente López Obrador juega béisbol, que Calderón es fan del jaibol, que Ernesto Zedillo buceaba, que Salinas corría y montaba, que López Portillo jugaba tenis, que López Mateos “montaba” y que el gobernador Américo Villarreal practica el senderismo.
Se sabe también que una estrategia para acercarse a los hombres de poder, es coincidir con ellos en la práctica de algún deporte, pasatiempo o hobbie.
Cabeza de Vaca tuvo cerca, por lo tanto encumbrados, a quienes lo acompañaron a las cacerías que tanto disfrutaba, y supongo que mientras las autoridades no lo cacen a él, seguirá disfrutando.
Regreso con Lalo Gattás para decirles que no debe sorprendernos el esfuerzo que realiza el alcalde victorense, pues así son los políticos, capaces de cualquier cosa con tal de conservar el poder y halagar a sus superiores.
Los políticos, como Gattás, son capaces de cambiar su tarde de birongas y carne asada, para sudar la gota gorda en una actividad que no les gusta, pero que puede generarle empatía con quien decide su futuro político.
Termino con una frase que decía un personaje de mi barrio, que aplica perfectamente en todos esos que se inician en la práctica del senderismo, pero ya son veteranos como trepadores.
Va la frase:
¡ Que dura es la vida de lambiscon !
